Los mercaderes en el templo de la literatura


No vamos a caer en el truco de nombrar a Germán Gullón "bastardo de corazón", solo para apropiarnos del prestigio de su nombre. Lo hacemos porque para todo aquél al que le inquieten los hechos que denunciamos, no está mal traer a cuento esos nombres con prestigio público que también han advertido la deriva que impone a la literatura el actual modelo de difusión-comercialización, la sustitución del valor de uso del libro por su valor especulativo, que ni siquiera valor de cambio.

Una cita de su libro Los mercaderes en el templo de la literatura:

El escritor tiene dos pieles, la de la marca y la propia. La primera está hecha de imágenes, frases, adulaciones y reconocimientos, mientras que la del escritor de verdad se lava con jabón. Ya no hablamos del hombre público versus el hombre privado. El hombre marca comercial se distingue del escritor. Lo malo es cuando el uno puentea al otro. De tanto hacerse en público el literato, el que sabe penetrar en lo sublime, cuando llega el papel se deja llevar y llevar, y lo que dijo en una charla, que no era nada, palabras hechas, de que la literatura no tiene nada que ver con la vida, y con la prisa, con la falta de oxígeno, resulta que empieza a escribir cosas artificiales, pobres, sin ideas, parecidas a las que sugirió el presentador de un curso.

Sobre el lector de libros digitales, dice Germán Gullón:

Vuelvo a un tema sobre el que se ha derramado mucha tinta inútil en los periódicos. No entro en la calidad o falta de ella del instrumento, ya que sobre el tema apenas quedan duda: son excelentes. (El e-Reader (Lector de libros digitales))


El Plagio Literario punto com


"es una invitación a todos los autores que deseen compartir sus trabajos artísticos sobre el concepto o el acto de plagiar, o que cuestionen los límites de la propiedad artística".

El Plagio Literario es... (damos paso a la propia definición de los creadores de la web, con la herramienta más moderna para cometer plagios: copipega)


Fedra y el monstruo multicolor. (Rfa-3.0.0)

[Descarga gratuita]


Irisado según se acomoden en torno suyo los rayos del sol, o de la luna, o el débil brillo de las lejanas estrellas o de velas. En noches cerradas, o lugares velados, diríase desvanecido, pues al atenuarse la luz se atenúa, y al desaparecer ésta desaparece, y puedes moverte por el espacio que antes ocupaba que nada molesta. Mas ahí permanece. Luego, al suspirar el pedernal, pasar la nube, golpear el rayo o romper el alba, tan pronto el mínimo fulgor regresa, los destellos multicolor vuelven a delatar su posición allá donde se moviera para no estorbar, o allá de donde nunca se fue. Ni aún los de vista más audaz aciertan a poder describir su verdadero aspecto, pues el aura que lo envuelve vela su intuido ser, siendo siempre tan esquivo al tacto como cuando no puede ser observado.

Los niños disfrutan jugando a cazarlo, los jóvenes comparan su belleza con la de sus pasiones, los ancianos buscan consuelo en el flujo de sus tonalidades. Para la mayoría no es más que una masa de luz que se contonea al céfiro, errando por los bosques, campos de labor y aldeas. Como los ríos, las lluvias, las nevadas, la brisa que remonta el valle, o los vientos exiliados de la Cresta de Fierro. Se mueve indiferente, sin más ley aparente que la de no entorpecer, acercarse ni dejar que se le acerquen. Quien lo ve no puede por menos que reconocer su belleza, quien se aproxima es testigo del confortable calor de su aliento, quien intenta atraparlo siempre fracasa. Perder es parte del juego cuando eres un niño risueño, pero condena de frustrante desesperación para quien intentó desvelar el misterio.


Yo…, estuve tan cerca…, y tan lejos…, siempre tan lejos.

Llamamiento al proletariado literario

El valor comercial de una obra no es su valor cultural. Me remito a la famosa distinción marxista entre valor de uso y valor de cambio.

La industria cultural comercializa soportes. Su poder deviene de ahí, de su capacidad de movilizar papel, imprenta, furgonetas de reparto.... Los contenidos los aportamos los autores. Pero los seleccionan y gestionan los editores, por su capacidad de controlar la totalidad del proceso.

Hasta ahora, no era posible la existencia del contenido sin el soporte, ni la del soporte sin contenido alguno. Paradojas sobradamente constatadas: que una obra puede tener un gran valor literario, y no alcanzar valor comercial alguno si no se une a un soporte -papel, libro- que permita su comercialización. O lo contrario: que la industria cultural promocione y difunda obras de dudoso valor en papel couché y tapa dura.

Vientos del pueblo

El Centenario de Miguel Hernández (1910-1942) es una oportunidad excelente de comprobar el auténtico contenido de los derechos de autor.

El sentido profundo de una institución jurídica como los derechos de autor no debe buscarse en la ideología que aparentemente lo sustenta, sino en el uso real que se le da. Porque, ¿quién va a oponerse a que el creador sea retribuido socialmente por lo que aporta a la cultura y al entretenimiento? Negarse a ello, además, es condenar al creador a una vergonzosa dependencia de mecenas, protectores, poderosos y burócratas, como ha ocurrido siempre en la historia hasta que por fin, hacia el siglo XIX, se alcanzó la feliz época en la que -dicen- el creador es independiente porque vive de su trabajo.

Ése es el manto, ésa es la apariencia.

¿Es así? ¿Ha sido así? ¿Realmente los derechos de autor sirven para retribuir al creador, para darle independencia y seguridad económica?

La Copla

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

[M. Machado]

El proxeneta: sus derechos humanos

VICENTE MOLINA FOIX publica hoy 11/11/2009 en la Gazeta el siguiente artículo
...
La defensa romántica de la piratería entra con fuerza en la política en Europa

El Partido Pirata sueco logró en 2009 un escaño en el Parlamento Europeo

El Partido Pirata, que así, bravuconamente, se hace llamar la nueva formación sueca surgida en 2006, consiguió en las últimas elecciones al Parlamento Europeo la cifra de 215.000 votos (un 7,1% de los sufragios), contando gracias a ellos con un escaño en Bruselas. El ejemplo ha cundido, lógicamente, y ya existen o están en fase de organización partidos similares en otras partes de Europa, incluida España; en Alemania, donde su ascenso en las urnas es creciente, los piratas fueron votados por 845.000 ciudadanos, un 2% del total de votantes, en las recientes elecciones federales, aunque allí, dado el mayor tamaño del país, dicha cantidad no les permitió obtener representación parlamentaria (tomo los datos del documentado artículo de Abel Grau publicado en EL PAÍS el pasado 18 de octubre).

Manifiesto

Pierre Menard llevó su identificación con la obra literaria hasta sus últimas consecuencias: anular su individualidad para ser capaz de dar a luz una novela que estimaba por encima del accidente de su firma. Como el lector anónimo que hace suya la obra que lee, dándole nuevos sentidos en cada acto de lectura, así Pierre Menard oscurece su nombre para escribir de nuevo el Quijote, letra a letra, pero un Quijote que es diferente por el hecho de haber sido recreado en otro tiempo y lugar del de Cervantes. En este juego de espejos entre lectura y escritura, Borges reivindica a través del acto de Menard la primacía de la obra sobre la visibilidad del autor. No es el autor el que da sentido a la obra, sino la propia obra cuando se pone en marcha en la mente del lector, el primero de los cuales es el propio autor.

Nosotros nos proclamamos continuadores de Menard, hijos suyos, para reivindicar la autenticidad de la relación del autor con su propia obra. Denunciamos la Autoría moderna, tras la que se esconde un acto de vanidad o un acto de lucro o las dos cosas, por prostitución y corrupción literaria.

Durante los últimos doscientos años, la obra cultural ha sido tratada como una mercancía. El puro lucro, el mero cálculo económico de costes y beneficios, ha dado el poder de elegir, tachar, censurar y difundir a los agentes económicos intermediarios. En el contexto de la eclosión de la industria cultural en la sociedad de consumo, la concentración mediática y la globalización, al Autor, a su Nombre, se le ha convertido en una Marca publicitaria, y los escritores han interiorizado la vanidad como el motivo de su obra. Una vanidad medida en número de ejemplares vendidos, en adelantos, premios y liquidaciones de derechos, en apariciones públicas en los medios de comunicación, festejos, halagos...

La previsible extinción del papel como único o principal soporte de la obra literaria, abre la oportunidad de revertir la situación de estos últimos doscientos años. Los viejos intermediarios se resistirán a ceder su papel coaccionador, a dejar de ser los muñidores del canon, la fama y la obra literaria. Han visto en los campos abiertos de internet la oportunidad y la necesidad de una nueva enclosure digital que maximice beneficios.

Y lo conseguirán en la medida en que escritores y lectores les sigamos atribuyendo su papel de árbitros del gusto, y sigamos reverenciando y acatando los laureles que ellos reparten.

O cualquier laurel.

El ariete contra los muros del viejo mundo no puede ser otro que nuestros propios actos y nuestra propia obra. Presentarla y hacerla valer por lo que es, por lo que importa, y rechazar todo intento de comprarla e incorporarla al sistema actual de distribución de la obra literaria.

Nos organizamos para ello, porque esa tarea no fructifica en soledad. Somos un taller de debate, de crítica, pero sobre todo de creación. Y el producto validado en ese taller lo difundiremos por todos los medios. Sin autoría, como lo que somos: http://bastardosdepierremenard.blogspot.com/

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